Mis primeras sensaciones,
emociones y experiencias durante el trayecto de las prácticas del profesorado
de educación primaria, recordando el día que fui designada para observar las
prácticas en la misma institución donde transité mi escolaridad al igual que
mis hijas, la emoción y la ansiedad fueron las primeras sensaciones que me
abordaron, más aún sabiendo que el rol que debía cumplir era completamente diferente. Tenía que hacerlo con una mirada
distinta a la habitual, observar la realidad de las prácticas áulicas,
aprendiendo a mirar las diversas realidades que atraviesan la escuela.
Los primeros pasos encaminados a
un salón de primer grado fueron atravesados por sensaciones
varias: felicidad, ansiedad y múltiples
expectativas acerca de lo que pudiera ocurrir. La bienvenida cordial de la
docente hizo amena la primera experiencia en el aula.
Fui presentada con los niños,
explicando el motivo de la presencia de un observador externo. Con mi chaquetilla igual a la de la docente
los niños se vincularon conmigo como si fuese otra docente.
Respecto de la organización del
aula, recuerdo que los niños se sentaban grupalmente, mientras, por mi parte realizaba las tareas de
observación asignadas por la institución formadora. Con el correr de los días
me permitieron acompañar a los niños en la resolución de las actividades
propuestas por la docente. Y así fue
como conocí a Sebastián, un niño que no realizaba las actividades. Sentándome a
su lado pregunte porque no escribía: No me respondía nada y lo notaba muy temeroso. Comencé a mirar su
cuaderno y vi que estaba incompleto que nunca terminaba con las actividades del
día y que la docente le daba tareas diferentes
por su dificultad con la escritura.
Proponiéndome ayudarlo con
permiso de la maestra, noté que sus trazos eran rígidos, duros, siempre con
miedo a equivocarse, imaginaba que lo que hacía lo hacía mal, entonces no lo
intentaba. Le dije que no tuviera miedo, que el miedo solo asusta, que se podía
equivocar muchas veces pero lo importante es que no se rindiera y que lo
intentara tantas veces hasta que le saliera, que si quería aprender lo iba
hacer
De a poco fui ganando la
confianza de Sebastián, quien se animo lentamente a hablarme y contarme algo de
su vida: que su familia era analfabeta entonces nadie lo podía ayudar con sus
tareas. Esto me hizo comprender aun más sus miedos y temores. Pero convencida
de que motivar e inspirar a los niños es
fundamental para hacerlos sentir seguros, poder
descubrir sus fortalezas, demostrarle y reconocer que las tiene y que a
través de estas puede vencer retos es uno de los desafíos en la labor docente,
continué con la tarea hasta el último día en el aula.
Como conclusión de la
experiencia descripta, considero que pude comprender la importancia de conocer
las diversas realidades en las cuales están inmersos los niños, dado que ese
conocimiento potencia la posibilidad de generar situaciones de enseñanza
significativas y relevantes, que promuevan y faciliten los aprendizajes de los
niños.
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